La presente obra, que la BAC se complace hoy en ofrecer a los lectores de habla hispana, apareci por vez primera en Cracovia, a principios de octubre de 1972, cuando se cumpla el X aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. El estudio llevado a cabo por el entonces cardenal Karol Wojtyla se sita en el centro mismo de la reflexin conciliar sobre las implicaciones pastorales de muchos aspectos esenciales de la fe cristiana y, sobre todo, sobre la realidad y misin de la Iglesia. El ttulo que lo encabeza nos indica muy a las claras que el autor considera el Vaticano II como la piedra angular de la renovacin del Pueblo de Dios, como la imagen, adaptada a nuestro tiempo, de la autorrealizacin de la Iglesia. La obra, en su conjunto, se presenta como una sntesis de los aspectos principales de la enseanza conciliar. El lector puede tener la impresin, a veces, de hallarse ante una sinopsis y nueva ordenacin de los ms importantes textos conciliares. No le faltar razn. El mismo autor define su libro como un amplio documento de trabajo, como un vademcum del Concilio. Pero no es ste el aspecto ms significativo de la obra. Lo esencial es la clave segn la cual Karol Wojtyla lleva a cabo esta sistematizacin y el objetivo que con ella persigue. Porque, en definitiva, La renovacin en sus fuentes constituye una respuesta al interrogante que, desde la raz de su existencia, se le plantea al creyente de nuestros das: qu significa ser cristiano y vivir la Iglesia en el mundo contemporneo? A nadie se le oculta la significacin de este estudio para comprender el sentido de la reforma del Pueblo de Dios en la que se halla empeado Karol Wojtyla como Vicario de Cristo y Pastor supremo de la Iglesia. La aplicacin del Vaticano II constituye la lnea programtica fundamental del ministerio pontificio de Juan Pablo II. El Papa lo expres con toda claridad en su primer discurso a la Iglesia y al. mundo: El concilio, igual que no termina en sus documentos, tampoco acaba con las aplicaciones que se han realizado durante estos aos. Por eso juzgamos que nuestro primer deber es promover, con la mayor diligencia posible, la ejecucin de los decretos y normas directrices del mismo. |