Con la belleza de su mejor prosa potica, Francisco Umbral, describe su vida y la de su mujer en los primeros ochenta, cuando an viven en Madrid y acaban de comprarse una casa en las afueras, La Dacha. Bellas descripciones del jardn son el escenario en el que se disecciona su matrimonio y, en esencia, todos los matrimonios, la convivencia, con su complicidad y su distancia. No debieras leer, Mara, este captulo, para no saber que eres feliz cuando lo ignoras, porque entonces lo sabras y se estropeara el encanto. Pero aquella nia de los pinares adolescentes, que iba para nada, que luego se me extravi en Madrid, aventura en que yo mismo la met, es de nuevo una criatura natural, hembra y sencilla, que riega los ciruelos con fervor. |